El eterno ciclo del asco

Hace mucho que no vengo para acá. Hace mucho que dejé este espacio y las palabras. Lo dejé después de darme cuenta que a nadie le importaba leer mis desgracias. Me di cuenta tarde. Para ser precisos, estuve sin darme cuenta desde el génesis de este espacio. Sin embargo, aquí estuve, aquí estuvieron mis palabras. A veces soy yo la única que acude a este sitio a leer y tal vez es por ello que escribía, para leer, para construir y avanzar. Vuelvo aquí para escribirme otra vez, porque si soy yo la única que lee, tengo el deber cívico de reprocharme el asco que da ser yo y vivir mi vida. Voy de fracaso en fracaso, lo poco que intento no cuaja y las miles de aspiraciones que tengo ahí se quedan porque me aterra seguir fracasando.

Que si escribir un nuevo blog, que si escribir un ensayo, que si salir a la calle a entrevistar gente para hacer contenido bueno. Dejar de depender de personas a las que poco les importa mis problemas. Ir a un psicólogo, dejar de tener miedo de salir a la calle, dejar de arruinar mi carrera; doy un paso y después me tiro al piso porque de pronto siento que no tengo ganas de seguir.

Ojalá que este conflicto de querer seguir y querer rendirme se termine, porque ya no lo soporto, ya no me soporto, que se termine o que termine conmigo. Ya basta de tanta mierda. Ya basta de sentir asco y nadar en el vómito.


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