Te despido sabiendo que te vas.
No puedo negarte, linda, que aquella noche que me confesaste tus ideas suicidas solté a una lágrima que quería ser fugitiva. No sé si estás loca por querer morirte o yo soy una demente por creer que puedo aguantar ser la ultima rama de este árbol ya caído. La muerte comenzó a asustarme desde que se llevó a la abuela. Yo andaba por la vida muy tranquila pensando que sólo eso era, vida y nada más por siempre. La eternidad en que se sumerge uno gracias al instante. Qué engaño... qué tragedia cuando uno sufre la muerte. La muerte de la abuela me hizo sufrir como ninguna, y tú y tus confesiones de medianoche me ponen a sufrir en adelantado, como si quieras que te sufriera antes y no cuando ya te fuiste, no creo que te funcione. Hablas tranquila, dices que lo harás pero no dices cuando. Me hablas del futuro, de vivir juntas y después te quejas diciéndome que llegar a los 25 seria horrible, seria cansado. ¿Entonces cuándo estaremos juntas? A penas eres una niña, tienes 17 y ya haces p