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Mostrando las entradas de diciembre, 2013

¿La idea escribe al libro, o el libro escribe a la idea?

Yo miro al espejo, y nada pasa. No se deforma la imagen, no me saltan los ojos, ni comiezo a percibir el mundo como lo haría un esquizofrénico. Miro el calendario y cada que puedo reto al reloj, pero nada pas; no se detiene, no se mantiene, no regresa, no avanza. Y es contradictorio hasta la médula que piense que eso sucede. Es estúpido escuchar dos voces y aún así no saber qué hacer, dos voces que al fundirse se hacen una, pero no puedo reconocer la unión en la oscuridad. Tengo miedo de hablar a medias y no recordar cómo fue que completé la oración. Tengo miedo, que al final del día sea él quien hizo el trabajo y yo no hice más que prestar mi apariencia. Detesto la idea de no saber quien soy, de no saber si soy él, no saber si él es yo. No quiero aceptarlo en mi naturaleza, pero tampoco quiero que me abandone. Es como hablar sin guión, pero siempre teniendo en cuenta el arte de la improvisación. Su presencia que, no puedo decir que exista o no, me da una calma engañosa, una p