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Mostrando las entradas de junio, 2015

Incierto.

¿Cuánto tiempo he de dejar pasar para dejar de acordarme? Desde pequeña he tenido grandes memorias, recuerdos mentirosos, pasajes  intrascendentes  con pinta en la primera plana. ¡Ay, dios! Que mal es este don de la memoria que me sirve casi siempre equivocadamente. Por ahí en los aires neuronales alcanzo a  pescar  una que otra cosa de la escuela; una fórmula chicharronera, unos años con cabezas y a veces, cuando la lucidez es mi compañera, palabras e ideas. M as no es lo único que retiene porque a veces uno mismo se hace presa de su sortilegio. Esto de recordar debería de ser un arte y por desgracia, yo pinto sola mi muerte. Las memorias me recuerdan que estoy viva, casi muerta. Que me gusta hablar con los árboles porque me confiesan como es que siguen creciendo aún sin primavera.  El recuerdo me ahoga con sabores desagradables; el de la salsa cruda, el del hierro de la sangre. Revive sabores de boca y  lo deliciosos que eran algunos días. A veces, sólo a veces, cuando la sed des