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Mostrando las entradas de septiembre, 2015

El paso de vida.

Individuos perecen a manos de la soledad intocable. La muerte les sucede a ellos pero no a su entorno. El  señor que le hacía la peluquería a mis mascotas vivía sin compañía humana, pero le rodeaban al menos cinco perros. Yo sólo fui consciente de su existencia cuando lo necesité y alguien lo recomendó. Cuando  pasaba por su casa sabia que ahí vivía el señor de los perros y automáticamente me cuestionaba qué día llevaría a los míos para un cambio de imagen. Su vida era algo seguro en el camino que andaba diariamente. El hecho de no pensar en la próxima visita no era sinónimo de declarar su muerte. Uno siempre está seguro de la vida de alguien. Cuando un ser querido toma la siesta y lo vemos al día siguiente recostado, le creemos vivo incluso sin acercarnos, sin confirmarlo. Es por eso que la muerte durante el sueño puede aumentar la vida del sujeto en el ojo de quien le mira. Hace  tres semanas mientras calentaba las tortillas, recibí el aviso de su muerte. Entonces pensé en el t

El colapso.

Pérdida de la conciencia en la vida inconsciente llevada por un cuerpo con vida. Subo a la bicicleta, hago del trayecto un monologo obligado. Bajo, cruzo la calle y ahí en la única esquina con luz levanto la mano, y el transporte que me lleva siempre al mismo destino pero que nunca es el mismo, me hace la parada. Antes de subir, siempre espero que el lugar en el que iré sentada sea bueno y por mi mente siempre pasan pensamientos siniestros que al momento de ser concebidos deseo desechar.  Al llegar al primer destino, el trayecto que hay entre él y la entrada al nuevo el tiempo se vuelve infinito y cada paso pesa más en el costal del cansancio que cargo día a dia. El metro, el autobús, la escuela misma se vuelven estaciones de paso obligatorias donde suben personas valiosas, pero que transbordan a otra linea.  Hay 21 estaciones de un camino a otro, y son tres líneas las que he terminado de recorrer sin rechistar y que parecen no llevarme más cerca del destino, del objetivo de mi

Tinta.

Cuando me prohíbo la tinta, me viene la resaca de mi vida, de mi cuerpo. Mi cuerpo que se siente más pesado cada día que me rehuso a ella, cuando creo no merecerla.  Han pasado ya tantos días, yo diría ya años, desde que me separé de ellas; que mis manos se han vuelto el verdugo de mi existencia.  Y mi pie y una de mis manos se rehúsan, me dejan tirada en la cama o en el camino. Intento salvarme con la mano que me queda pero no responde, no sabe a quién hacerle caso. En mi viven dos: un demonio y una persona.  Quisiera ser el demonio para sacar de un susto al inútil que me traba. Para desafiar al que me dice que no soy más que él. Para tener un nombre y que necesiten saberlo para sacarme a flote en una conversación. Quisiera ser demonio para poseer mi cuerpo, y llevarme por el camino de la tinta.