Who cares!

Siento algo dentro en mi pecho y no sé qué es.
Tú estás allá, escondido, en la caja.
La caja que pesa casi 5 kilos kilos.
Caja, kilos, todo va junto, diurex.

Vas dentro, nadando, te azotan.
Te caes, te limpian. Yo dudo.
Dudo en la puerta de mi casa.
Dudo al marcar el número. dudo, dudas siempre.

Pienso, pienso. No hay respuesta lógica.
Recurro a las señales que se bañan de coincidencia.
Ahí está, en mi mano la respuesta.
Ya es hora, me dice el tiempo.
Me marca cuatro números.

Yo digo que hay doce razones,
la primera es la que tú dices,
las otras dos son las que te contesto,
Doce, doce, siempre doce.

Hay 27 formas, 27, ¿por qué 27?
Doce y 27, no sé por qué no escribo tu número.
en la palma de mi mano aparece la respuesta.
La respuesta era el momento.

De entre tantas horas,
Tantas combinaciones posibles.
Todo e inverosímil, pido una señal y aparece
Pero no sé si la señal es lo que quieres.

Ahora ya vas dentro, te ahogas, esperas a recibirte.
El viernes por la mañana o el sábado.
Cinco u ocho días hábiles.

Allá va en camino un pingüino
me pregunto si no me arrestarán
por tráfico de animales y de personas.
Yo metí tantas cosas en una caja:
A ti, a un pingüino que no es más que un cuerpo transmutado.
Pero también me envolví a mi, en una libreta, entre tanta tinta.

Voy hecha pedazos, el camino me golpea
Pero la señal era esa y no otra.
Y aunque estés mudo y a miles de kilómetros
Cuando te hablo a ti, cuando me hablo a mí.
Cuando escribo, no escribo a lo múltiple,
Escribo a la unidad. 

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