Revuelta post nivola

No sé que me pasa, he estado leyendo por más de 30 minutos y creo sólo rozar las letras sin comprender el signo. Me está pasando por la cabeza un millar de ideas en fila, y aunque esto solía sucederme antes, hoy no me deja concentrarme o dejarlas en segundo plano. Parece que su marcha es tumultuosa y fuerte, ¿es acaso que se preparan para la guerra? De ser así, ¿la guerra es contra mí o contra lo que se resiste a entrar desde esa página que leo? 

¿A caso mis ideas, las que tengo dentro se han vuelto en contra de que existan más? ¿de recibir conocimiento? ¿Por qué no puedo concentrarme? No sé si es por este piano horrible acompañado de olas que no me deja concentrarme aún cuando esa es su finalidad. Estoy apunto de explotar aquí adentro y dejar a mi cuerpo como una funda sin sostén, porque me arde desde la planta de los pies hasta las orejas está impotencia de no poder más cuando quiero hacerlo. 

Quisiera matar a todos esos que se creen con derecho de perturbar a los demás con su música, ¿por qué le suben hasta donde ellos ya no pueden escucharla? Quiero matar incluso a esa mosca que se la pasa revoloteando como si no pudiese quedarse quieta, ¿por qué no se queda quieta? Tal vez yo soy la mosca que trata de salir aunque sabe que no hay salida y cuando la encuentra la desprecia. 

Puede que no escuche ya nada, porque todo dentro de mí está en una revuelta post nivola, seguro que llevan de estandarte a Augusto, ¡maldita sea! Escoger caminos no es nada cuando no eres tú quién los construye. Da lo mismo si los construyes o no porque el piso ha estado ahí siempre, y aunque lo cubras y aunque hagas cualquier cosa, no será uno más que un intruso. Qué más da hacer caminos y puentes y carreteras si todo te lleva a un mismo lado, Uno construye, pero alguien le dice hasta donde, de ahí no se pasa. 

Sería estúpido que me deprimiera por nimiedades como esas, ¡pero así es! Cuando intento desviar el camino, o detenerme a un descanso con los deberes diarios y las tareas, mis ideas corren, me machacan. No he podido concentrarme sino hasta ahora que escribo y desahogo todo esto; ya sea sin comas, sin sintaxis, sin orden, sin método alguno, todo esto se viene sublimando y yo no lo controlo, soy sólo un instrumento, porque las ideas son ellas solas, y uno no es nadie sino un puente, un camino.

Todo esto es muy confuso, porque yo sólo me diluyo entre letras, porque cuando quiero analizar el sentido y la cordura con que escribo, me doy cuenta que no soy yo, que he estado en trance: soy en segundo plano, la idea se sale. Somos instrumento vivo de materialización. ¿Por qué la idea quiere salir de su escondite etéreo? 

No entiendo como llegué aquí, tampoco sé por qué te escribo. Quisiera saber por qué me esfuerzo en conocer, y de pronto me desplomo ante la idea de que hay que hacer el conocimiento efectivo, formalizarlo e institucionalizarlo. En pocas palabras: soy una holgazana, pero eso, según el diccionario significa: "Que tiene poca disposición para hacer algo que requiere esfuerzo o constituye una obligación, especialmente trabajar" Si, sí, pero pensar no es algo que no requiera esfuerzo, aunque sean debrayes, yo creo que a lo que soy holgazana es al método, a que me digan, hay que pensar de tal o cuál forma.

Soy incapaz de formalizar algo, todo lo que escribo, no es más que eso; un escrito, pues no sigue las normas ni los parámetros para ser colocados en ningún lado. Mis cuentos no son cuentos; están situados en un tiempo que no conozco, todo está revuelto porque están ahí, pero no están porque no existen. Pero la gente siempre quiere la lógica, ¿por qué ese programa de TV, si ese programa lo han visto personas de cierta edad? ¿eso es futuro, o pasado? ¡Bah! Quieren hacer objetivo el arte, seguro esto ya es pura visceralidad. Estas cartas, no sé si sean cartas, nada tiene sentido. 

No sé cómo voy y vuelvo del sentido al sinsentido, ¿es una vuelta o es una marcha en donde cambio de opinión a cada paso? A veces creo que no será de mi más que la mediocridad, porque parece que no nací para ser brillante ni para que mi nombre haga eco en la multitud. Nací para ser mediocre y odiarlo y querer evitarlo, pero para tumbarme a la primera que algo no me parece, para marchar y hacer ruido en mis orejas, y no hacer otra cosa sino escribir y escribir, aunque sean sólo sentencias.

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