He estado a punto de

He estado apunto de dormir y me has picado las costillas. Me ha estremecido de repente la idea increíble de que sólo han sido seis veces las que te he pensado en estos días, lo cual quiere decir (si no me fallan las cuentas), que te he pensado al menos seis días pero en uno de ellos no has hecho acto de presencia. Lo cual, es suficiente para informarme que he comenzado con el pie derecho la encomienda de olvidarte.

Te recordé a la hora de subir al metro, te recordé con la sensación misma que me causa llegar tarde a las clases de álgebra. Te recordé con la pesadumbre con que se recuerda a alguien que se ha ido y te recordé simplemente porque ya no me gusta recordarte.

Ya no eres el pájaro que canta, ya no eres la sonrisa entumecida cada mañana. Los ojos enamorados de aquel día han quedado para la posteridad en una hoja, pero se han muerto ya para siempre desde que me parpadeaste.

Te escribo a las 12:53 a.m. porque parece que te recuerdo en las noches cuando me faltas y te repudio en las cuatro esquinas que no te encuentras. Te recuerdo que no te he recordado porque tú ya no me recuerdas. En realidad lo que busco, a los cincuenta y cuatro minutos pasados de las doce, es a ti intentando recordar mi nombre. Aunque, a las 12:39 de un 27 de mayo, tú me dices que te olvide.

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