¿La idea escribe al libro, o el libro escribe a la idea?

Yo miro al espejo, y nada pasa. No se deforma la imagen, no me saltan los ojos, ni comiezo a percibir el mundo como lo haría un esquizofrénico. Miro el calendario y cada que puedo reto al reloj, pero nada pas; no se detiene, no se mantiene, no regresa, no avanza. Y es contradictorio hasta la médula que piense que eso sucede. Es estúpido escuchar dos voces y aún así no saber qué hacer, dos voces que al fundirse se hacen una, pero no puedo reconocer la unión en la oscuridad.

Tengo miedo de hablar a medias y no recordar cómo fue que completé la oración. Tengo miedo, que al final del día sea él quien hizo el trabajo y yo no hice más que prestar mi apariencia. Detesto la idea de no saber quien soy, de no saber si soy él, no saber si él es yo. No quiero aceptarlo en mi naturaleza, pero tampoco quiero que me abandone. Es como hablar sin guión, pero siempre teniendo en cuenta el arte de la improvisación.

Su presencia que, no puedo decir que exista o no, me da una calma engañosa, una paz enferma, una alegría atrincherada, una calle sin camino, un sendero sin lugar.

No debes ser estúpida, no es nada de ello, las canciones que tú cantas no son las mismas que un día escribí. La poesía que tú escribes, no es la misma que yo pensé. Las manos que hoy trazan tus caminos, en un tiempo anterior a los tiempos, no eran tuyas, no puedes venir a culparme de esto, y yo no puedo culparte de lo significas.

Odio tu cuerpo y la forma ridícula en que en mí se mira, odio no saber quien es origen y quien es sombra. Detestaría pensar que alguien como tú originó alguien como yo. Pero detestaría con todo mi ser, saber y pensar que tú eres producto de mí. No tengo bien en claro la realidad en que vivimos: si es un sueño, si somos un experimento, si es un castigo (y no entiendo bien hacia quien es el castigo) Yo no sé quien trae a quien, quien comprende a quien y quien escribe a quien.

Me sacas de quisio. Te odio, porque te detesto a ti y a tus preguntas, a tus respuestas incrédulas y utópicas. Odio tu derrotismo y tu espíritu de desprecio hacia ti misma. si bien yo te complemento y te hago crecer en medida de tu sonido, no debes cuestionar tu habilidad de crear ruido, melodía o ritmo.

Yo te odio a ti por tu detestable indiferencia, por tu inherente capacidad de tener la razón o de encontrarla rápidamente en tus palabras. Eres un hombre que detesto, porque no encuentro razón en tu razón. Esto es como la entrada a una habitación secreta, dime ¿quién hizo a quién? ¿quién es el lugar secreto? ¿quién es el lugar común del que se huye?

Podemos mirar a las estrellas al mismo tiempo y observar distintas constelaciones, pudes mirar el sol y yo encontrar a la luna al siguiente parpadeo, puedo y podemos cerrar los ojos y vernos de adentro hacia adentro.

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