Carta a un fantasma

Yo ya sé que siempre has sido loco, porque le escribes a Adela, Andrea y algunas cuantas veces a Angélica. Eres loco y escribes bitácoras que se convierten en el informe de ingreso a una institución mental. Deberías saber lo graciosa que es la situación desde este plano, desde esta ventana de la cual quiero aventarme para encontrarme contigo.

Parece función de circo. Espectáculo, primero un baile, después unos payasos jugando a que caben en el auto más pequeño. De verdad quisiera imitarlos; desearía convertir a tu corazón en vocho y meterme a patadas, con todo y maletas. Presumirle a todos que pude meterme con artimañas, con trucos. Tocar el claxon y cerrar las puertas con seguro para que sólo seamos tú yo y el camino.

En realidad no entiendo porque te llamo loco si soy yo la que te busca y te encuentra papeles de protagonista en mi vida imaginaria. No sé porque te digo coqueto, si yo ando pintándome los labios color rojo cada vez que pienso que nos encontraremos. No entiendo porque te llamo Enmascarado si tu nombre es Desconocido, si te pienso como revelación del destino. No entiendo porque digo que no eres nada mío y niego cualquier posibilidad de algo cuando cruzas palabra con otro nombre femenino.

No entiendo que me pasa que siempre termino pensándote como un viejo cincuentón, feliz, escribiendo, tomando una copa de whisky  sosteniendo mi mano, y yo con la otra escribiéndote una respuesta hipotética a la felicidad que imaginamos.


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